Los hombres que tienen que ver con mujeres necesitan vanagloriarse. En los círculos literarios de Varsovia, Max Persky era conocido como un caza-mujeres. Sus seguidores sostenían que si no hubiera gastado una parte tan grande de su tiempo con ellas, habría podido convertirse en un Shólem Aléijem o un Maupassant en yiddish. Aunque era veinte años mayor que yo, nos hicimos amigos... (cuento completo en el Link).
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