La silenciosa práctica del tiro en la nuca tiene, por supuesto, leyes rigurosas.
Su territorio son los autobuses ciudadanos. El matador debe escoger un hombre para nunca moverse del asiento a sus espaldas. Sólo una cadena de casualidades hace posible la así llamada "situación de disparo", que ocurre cuando el matador queda sentado tras el último viajante. Los choferes son complices, fingen que nada ven, pero en el fondo admiran el olfato de los matadores para adivinar quién será el último que querrá descender. Raramente se oye el fatídico disparo: son demasiadas las casualidades requeridas. Por eso es que bajamos tantas veces vivos del transporte público.
Eduardo Berti, TIRO EN LA NUCA
Eduardo Berti, TIRO EN LA NUCA
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